lunes, 4 de mayo de 2009

La Iglesia y la muerte negra






Se espera en este siglo XXI una continuidad hacia el laicismo de los estados, un mayor acercamiento a los valores democráticos y científicos y un alejamiento de las directrices que se enseñaban con sangre y reglas de madera no hace mucho, en España, (por cierto, hace bien poco). Son conocidas las ideas retrógadas y casi medievales de la Santa Sede pero en el asunto del uso de los preservativos en ese continente de Sida que es África, las palabras del Sumo Pontífice posicionándose en contra del uso de los profilácticos han tenido una repercusión extra. No se trata de un debate ciencia contra religión, pero los que apoyan el uso del preservativo se basan en datos científicos y cuantitativos para apoyar sus opiniones. Siete mil contagios al día y más de veintidós millones de enfermos de VIH son cifras que invitan a pensar que toda ayuda para paliar esta lacra es poca. Se deduce de los números que nos indican el grado de eficacia del preservativo que los contagios de sida menguarán. Una buena herramienta para frenar la cascada de contagios en el continente negro podría el uso del preservativo, sí, pero las palabras del Papa deben entenderse usando el código lingüístico y moral de la Iglesia que no entiende de datos ni de números. El reproche, desde esta perspectiva, se debe hacer por tanto en el fondo más que en la forma. lo que debemos plantearnos no es si la Iglesia dice esto o aquello, o cómo lo dice, sino qué valores promulga cuando habla. Estar a favor de la vida es estar a favor del uso del preservativo, que es un método para frenar las numerosas pérdidas humanas que sufre el continente negro.
David González

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