Estos dos estados comparten una frontera 1000 kilómetros no delimitada claramente por los tratados internacionales. Esto ha provocado un conflicto que dura ya más de 10 años y que ha generado 750.000 desplazados de ambos países.
Actualmente quince conflictos sangrientos invaden el continente africano. Pero sin duda alguna, el conflicto entre Eritrea y Etiopía es el más convencional de ellos. Una guerra “a la antigua” que rompe los esquemas y que, según los organismos internacionales, es una “guerra absurda” al no estar basada en diferencias étnicas, religiosas ni tribales. Ni siquiera está determinada por una lucha de poder.
Ésta es una guerra de fronteras y de historia. Hasta el punto de que cuando estalla el conflicto en 1998, éste va acompañado por la redacción de un informe redactado por Eritrea, donde reclama la "frontera colonial", es decir, la línea trazada a principios de siglo entre el reino de Italia (país colono de Eritrea) y el imperio de Etiopía.
Pero, sobre todo, esta guerra es la historia de los desplazados y refugiados y de la indiferencia y olvido de los organismos y potencias internacionales.
Consecuencias nefastas a nivel humano
750.000 personas, entre etíopes y eritreos, se han visto obligados a des
plazarse durante los más de 10 años que dura este conflicto. Además, al margen de los combates propiamente dichos, las poblaciones están sufriendo las consecuencias de la guerra. A todo lo largo de la frontera occidental y centra, más e 600.000 civiles han tenido que salir de sus pueblos. En Eritrea, 65.000 personas han sido expulsadas en nombre de la seguridad nacional. Asmara denuncia una verdadera depuración étnica.
Por otro lado, 30.000 expatriados han abandonado Eritrea desde el comienzo de la guerra. Según Amnistía Internacional y Cruz Roja, este país no ha organizado ni caza al hombre, ni saqueos ni deportaciones masivas.
Actualmente quince conflictos sangrientos invaden el continente africano. Pero sin duda alguna, el conflicto entre Eritrea y Etiopía es el más convencional de ellos. Una guerra “a la antigua” que rompe los esquemas y que, según los organismos internacionales, es una “guerra absurda” al no estar basada en diferencias étnicas, religiosas ni tribales. Ni siquiera está determinada por una lucha de poder.
Ésta es una guerra de fronteras y de historia. Hasta el punto de que cuando estalla el conflicto en 1998, éste va acompañado por la redacción de un informe redactado por Eritrea, donde reclama la "frontera colonial", es decir, la línea trazada a principios de siglo entre el reino de Italia (país colono de Eritrea) y el imperio de Etiopía.
Pero, sobre todo, esta guerra es la historia de los desplazados y refugiados y de la indiferencia y olvido de los organismos y potencias internacionales.
Consecuencias nefastas a nivel humano
750.000 personas, entre etíopes y eritreos, se han visto obligados a des

Por otro lado, 30.000 expatriados han abandonado Eritrea desde el comienzo de la guerra. Según Amnistía Internacional y Cruz Roja, este país no ha organizado ni caza al hombre, ni saqueos ni deportaciones masivas.
Pero el problema más importante es el entorno al que deben enfrentarse estos refugiados y desplazados: la guerra ha dejado un panorama desolador en el que gran parte de las infraestructuras y cosechas han sido destruidas y minadas. Sin bienes, sin posibilidad de volver o de cultivar sus tierras, estos desplazados dependerán de la ayuda humanitaria durante más de un año.
Los costes económicos
Esta guerra ha supuesto un siniestro impacto en la economía de ambos contendientes, que han dedicado entre el 10% y el 30% de su PIB a invertir en armamento y esfuerzo en guerra. Si bien Eritrea ha sido el país que más esfuerzo económico ha dedicado al conflicto (en 1999 dedicó un 30% de su PIB), la guerra le cuesta a Etiopía un millón de dólares diarios. Los presupuestos ministeriales, federales y regionales se han visto recortados y los ingresos de las privatizaciones se han destinado en parte a la guerra.
Con 210 y 110 dólares de renta anual por habitante, ambos países, se sitúan respectivamente, entre las naciones más pobres del mundo, en los puestos 167 y 172 de los 174 países clasificados por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), según su índice de desarrollo humano. Las necesidades ayuda serán muy importantes en los próximos meses, aunque aún lo son más los programas de desarrollo a medio y largo plazo que eviten la dependencia de la ayuda externa.
Esta guerra ha supuesto un siniestro impacto en la economía de ambos contendientes, que han dedicado entre el 10% y el 30% de su PIB a invertir en armamento y esfuerzo en guerra. Si bien Eritrea ha sido el país que más esfuerzo económico ha dedicado al conflicto (en 1999 dedicó un 30% de su PIB), la guerra le cuesta a Etiopía un millón de dólares diarios. Los presupuestos ministeriales, federales y regionales se han visto recortados y los ingresos de las privatizaciones se han destinado en parte a la guerra.
Con 210 y 110 dólares de renta anual por habitante, ambos países, se sitúan respectivamente, entre las naciones más pobres del mundo, en los puestos 167 y 172 de los 174 países clasificados por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), según su índice de desarrollo humano. Las necesidades ayuda serán muy importantes en los próximos meses, aunque aún lo son más los programas de desarrollo a medio y largo plazo que eviten la dependencia de la ayuda externa.
Lara Redondo
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